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Crisis sanitaria

Por Alejandro Guillier, senador por la región de Antofagasta

23 de enero de 2015

Imagen foto_00000019Un  estudio reveló recientemente, la presencia de arsénico en 22 párvulos antofagastinos. Ello confirma una situación de contaminación de suma gravedad. Peor aún, es un indicio categórico que la cifra real es mucho mayor. Antofagasta está en emergencia sanitaria.

 

Frente a esta realidad revelada por estudios científicos inobjetables,  todas las autoridades debemos reaccionar de inmediato.

 

Lo primero es clausurar  el puerto de Antofagasta a la espera de conocer el plan de modernización de los puertos que elabora el Gobierno. En los términos actuales el puerto de Antofagasta no es viable. Como lo ha solicitado el Colegio Médico, avalado en cifras espeluznantes,  las autoridades sanitarias regionales deben abrir las RCA de los galpones del puerto que acopian cargas mineras a granel y sacar esos productos fuera de la ciudad.  

 

Además, las autoridades de salud deben establecer un sistema de control permanente de los menores afectados. Asimismo deben intervenir las otras fuentes de contaminación de la ciudad como el basural del barrio norte. No sólo hablamos de urgencias sanitarias, sino del  derecho constitucional de la ciudadanía a vivir en un ambiente libre de contaminación. Este dato faculta a las autoridades regionales para actuar con el mayor celo que permite la Ley.

 

Todos estos antecedentes han sido puestos en conocimiento del Gobierno central desde marzo pasado. Llegó la hora de exigir respuestas inmediatas. Además, cuando la Presidenta Bachelet anuncie, en algunas semanas más,   el plan de modernización de los puertos,   deberá haber considerado  el destino del puerto de Antofagasta con una mirada estratégica.

 

El complejo de Mejillones fue diseñado como el gran  puerto de la macro zona norte. En tanto, Antofagasta se transformaría en un puerto de respaldo, exclusivamente para cargas no peligrosas. Eso supone una modernización de sus instalaciones conforme a los estándares de los puertos más modernos del mundo.

 

Con todo, hay que asumir que la ciudad-puerto de Antofagasta no es la única zona de sacrificio del borde costero de nuestra región. Tocopilla y Taltal comparten este triste calificativo. Ya no es aceptable el dilema minería versus calidad de vida. Los tiempos cambiaron y las ciudadanías movilizadas marcaron el punto de quiebre de esa lógica perversa.

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