Click acá para ir directamente al contenido

  Es poco efectiva, excluyente, centralista y poco transparente

  Por Jorge Pizarro S. Presidente del Senado

16 de abril de 2010

Imagen"Sin incentivo no hay solidaridad". Esta fue la afirmación perversa que terminó por convertirse en la frase de la semana. Fue pronunciada como justificación para una curiosa fórmula, contenida en el proyecto de ley de donaciones, que crea el Fondo para la Reconstrucción Nacional y que fue presentado por el gobierno ante la Cámara de Diputados el martes pasado.

 

La afirmación partió mal desde el primer minuto, porque contraviene un principio que nos enseñaron desde niños cuando, en el seno de la familia se nos educó sobre el significado de la palabra solidaridad: adhesión circunstancial a una causa o a la empresa de otro sin mediar la búsqueda de beneficio propio.

 

La propuesta para las donaciones adolece de varios ripios que se suman a la duda de constitucionalidad planteada por algunos legisladores. El problema es que se trata de temas de fondo que no podemos soslayar.

 

Es poco efectiva. Apenas permite recaudar US$ 150 millones del sector privado que corresponden al 1,3% de los costos señalados por el gobierno para la reconstrucción (aproximadamente 12 mil millones de dólares).

 

Es excluyente y centralista, ya que el Fondo de Reconstrucción que crea tiene una institucionalidad compuesta sólo por funcionarios designados por el gobierno. No hay allí expresión de la diversidad nacional, menos de los municipios ni de las fuerzas vivas de la comunidad, ya que sólo incluye a altos funcionarios del Ejecutivo.

 

Es poco transparente. Resulta preocupante que proponga que las inversiones, obras o actividades que financie el fondo estén exentas del llamado a licitación o propuesta pública o privada, es decir, constituye un verdadero cheque en blanco para eximirse de toda regulación que cautele la transparencia o los estándares medio ambientales que se han construido durante los últimos años. De este modo, tampoco entran en juego criterios de justicia y equidad ya que puede ocurrir que se privilegie exclusivamente a los grandes consorcios por sobre los pequeños empresarios tal como se hizo hace pocos días con el plan "manos a la obra". Así nunca reactivaremos los comercios y las economías locales.

 

Si bien hoy se dio a conocer el anunciadísimo paquete de medidas para financiar la reconstrucción en una mediática actividad, cabe advertir que la primera mirada arroja algunas propuestas interesantes y otras derechamente complejas tales como la venta de activos prescindibles -una bonita forma de decir privatización- y un alza de impuestos transitoria que es abiertamente insuficiente.

 

Ya habrá tiempo para el análisis del paquete completo. Revisarlo en detalle hoy es imposible por la vaguedad de la información entregada en Coronel. Por eso, quedémonos mejor con la propuesta para la ley de donaciones que es la única iniciativa que ya está en el Parlamento.

 

Sobre ella, hay todavía un elemento que es preciso considerar y que también está en el ADN del paquete de reconstrucción. No es cierto que la solidaridad requiera ser incentivada como cree la derecha. Eso es desconocer el corazón de los chilenos, o al menos el espíritu de los ciudadanos anónimos y modestos de este país que con esfuerzo donaron, tanto en la campaña de la Teletón y en otras, sin esperar nada a cambio.

 

Pensar que hay que compensar a quienes han donado en campañas solidarias, como pretende hacerse gracias a la retroactividad del proyecto de donaciones para beneficiar a las empresas que aportaron en marzo, constituye un traje a la medida que sólo sirve a las grandes empresas. Eso no es solidaridad.

 

Volvamos al significado original y veamos el ejemplo del Padre Hurtado que predicó la importancia de dar hasta que duela. Y dar en forma silenciosa, sin transformar la donación en un lavado de imagen ni buscar nada a cambio. Eso es solidaridad.

Imprimir