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  Generar espacios para el término de la huelga de hambre

  Por Jorge Pizarro, Presidente del Senado

23 de septiembre de 2010

ImagenEl inicio de la Comisión que trabajará en el proceso de reparación hacia el pueblo Mapuche y por la reactivación económica de la región de la Araucanía es el punto de partida, justo en los días más críticos para la salud de los comuneros que insisten en llevar su huelga de hambre. Por eso es importante que nadie se reste a los espacios de diálogo, ni las instituciones ni las personas. De lo contrario, no estaremos formando parte de la solución a este dramático momento, sino siendo parte del problema.

Los comuneros han llegado a un punto peligroso para su salud y ponen a sus familias en una angustia que nadie quisiera. Es necesario que depongan la huelga y las acciones violentas para que Chile pueda hacer el reconocimiento y las compensaciones que en verdad se merece su pueblo. La Iglesia Católica, por su parte, debe continuar con su tarea de acercamiento de las partes y no abandonar ni un segundo a los comuneros que ven en Monseñor Ricardo Ezzati, una persona capaz de sentar al Gobierno a debatir sus demandas.

La participación del Presidente Pïñera en la Asamblea General de Naciones Unidas ha servido para poner este tema en la primera plana de la preocupación mundial, por lo que sólo resta que los chilenos seamos lo suficientemente coherentes para llevar esta preocupación, a hechos concretos. En el plano netamente legislativo, el Gobierno aún tiene tiempo para alcanzar un acuerdo que permita destrabar las modificaciones legales a la Ley Antiterrorista. En tal sentido, la disposición de nuestro conglomerado ha sido simplemente intentar convencer al Gobierno de que mientras más inflexible se sea, menos opciones tenemos de llegar a acuerdos viables.

La Concertación ha estado siempre disponible a conversar, pero es necesario que del Gobierno haya una actitud similar y no de obcecación. Tenemos poco tiempo y un desenlace fatal sería un pésimo sello con el que el Gobierno de Piñera quedará marcado si uno de los comuneros fallece. Si el Presidente no quiere pasar a la historia por estos tristes hechos, es necesario que se den los espacios para que los mapuche depongan su medida de presión. Ñielol es un buen comienzo, pero falta mucho todavía.

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