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  Letra chica para nuestros niños y niñas

  Por Jorge Pizarro Presidente del Senado

4 de marzo de 2011

ImagenMientras el Gobierno publicitaba su política de fortalecimiento de la familia y la infancia ante el Papa Benedicto XVI, acá en Chile se hacía público el contenido del esperado proyecto de extensión del posnatal. Para sorpresa de Chile, aunque ya deberíamos estar acostumbrados, en realidad había letra chica en esta nueva promesa cumplida a medias por el Ejecutivo. Es que en rigor, no se trata de una extensión, sino de una flexibilización que contiene algunas amenazas y problemas para transformarse en una real política de protección de la infancia, de la maternidad, y la igualdad entre nuestros hijos.

El Presidente se había comprometido a un postnatal de 6 meses. La verdad, ofrece ahora un postnatal de "hasta seis meses", con reducción de los subsidios en los últimos meses para desincentivar que la madre o el padre usen efectivamente ese periodo y con una figura llamada "flexible" para que las mujeres puedan traspasar días del prenatal al postnatal. Evidentemente, es un avance que al menos una porción de mujeres puedan acceder a un periodo de amamantamiento y cuidado de sus hijos de "hasta seis meses", y también es una buena medida que ese periodo también pueda ser usado o compartido por el padre.

Pero el tema de fondo es que se está partiendo de la base de que una mujer que gana alrededor de las 30UF es una mujer que pertenece al estrato "rico" de la sociedad. Al menos, así se ha dejado entrever en las declaraciones del Gobierno tras anunciar la medida. En el Congreso, siempre preferimos ver los proyectos presentados para iniciar un debate real, concreto y alejado de la parafernalia comunicacional. Sin embargo, está claro que el Gobierno va a tener que estar dispuesto a negociar algunos puntos de la iniciativa, puesto que el país naturalmente va a preferir que lo flexible no sea el derecho de los niños y niñas a gozar del cuidado de sus padres, sino la posición del Gobierno en relación a defender cada coma de su proyecto.

La protección de la infancia no puede lograrse entregando una posición de ventaja al empleador por sobre la mujer que tendrá que decidir si se toma o no los seis meses de postnatal. Y no lo pensamos sólo desde el punto de vista de que esta negociación se haga directamente en la empresa -la ministra del Trabajo ha dado señales de que esto se corregiría entregando este trámite a la Dirección del Trabajo-, sino que en el mismo hecho de limitar el subsidio a un determinado sueldo y a unos determinados meses, en la práctica se está ejerciendo una presión indebida sobre esa madre que tiene que elegir entre acceder al beneficio que la ley le entrega, o ver mermado sus ingresos familiares. Menos plata en la casa, no parece ser una forma de proteger la infancia.

Es cierto que hay sectores de mayores ingresos que hoy están siendo beneficiados por sobre los hogares que menos tienen, pero se pueden introducir correcciones que permitan mitigar estas "pérdidas", si es que asumimos que traer niños y niñas al mundo significa generar pérdidas a la economía. Pero lo central, es no generar discriminaciones, buscar fórmulas inteligentes, modernas, negociadas y participativas para que tengamos una política real de Estado en materia de protección de la infancia, la familia y la maternidad.

Para ello, no sirven las campañas de propaganda, las alabanzas ni las fotos en el Vaticano. Hay hechos concretos: Presidente, ¡retome la tarea de apoyo a las salas cunas, jardines infantiles y educación pública que había iniciado la Presidenta Bachelet y que la gente tanto añora! Hagamos un postnatal que no sea discriminatorio y que no ponga una presión indebida sobre las familias que quieran criar a sus hijos con dignidad y cariño. Eso vale más que mil campañas publicitarias y hasta -en una de esas- las encuestas le sean más favorables esta vez.

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