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  Una interpelación sin dobleces

  Por Camilo Escalona, senador por la Región de Los Lagos

22 de septiembre de 2011

ImagenComo senador de la Región de los Lagos concurrí en Puerto Montt al solemne Te Deum del 18 de septiembre, ocasión en la que escuché la homilía del Arzobispo, monseñor Cristián Caro y, luego, a través de los medios de comunicación, he conocido las palabras del Arzobispo Ricardo Ezzati, en su homilía del Te Deum de la Catedral, en la ciudad de Santiago.

He notado en ambos prelados el cuidado y sentido de responsabilidad con que escribieron sus respectivos y trascendentes mensajes.

Naturalmente, no pensamos igual en todas las materias que fueron por ellos abordadas.

Sin embargo, sobresale una mirada serena, meditada, pero también optimista. Su convocatoria a una reflexión sincera y profunda debe ser recogida, independientemente de las creencias filosóficas de cada cual.

Es un llamado sin dobleces de avanzar hacia metas de mayor justicia, solidaridad e igualdad.

No basta el crecimiento económico, se requiere "humanizar, dignificar" las relaciones sociales; no veo error posible en su interpretación.

En consecuencia, estamos en un momento en que la sociedad llama severamente la atención de los servidores públicos para buscar "el bien común antes que los intereses partidarios".

No hay que consumirse en lo personal, hay que jugarse por el bien de todos. En esa perspectiva, el recuerdo que realiza monseñor Cristián Caro, de las palabras de San Alberto Hurtado: "La Patria es una misión que cumplir", adquieren un especial significado.

Monseñor Ezzati nos interpela precisamente en la dirección de cuál es, en verdad, "entre nosotros, el auténtico sentido de la vocación humana, el amor social y el respeto por los derechos de todos".

Pareciera entonces que la convocatoria que ha brotado desde el corazón de millones de estudiantes no es un sentimiento pasajero; que no se trata de una rabia sorda pero fugaz, sino que en ellos se están expresando carencias profundas, debilidades sistémicas de nuestra sociedad, su cultura y su institucionalidad.

Hay, entonces, que transformar Chile, sin locuras, pero sin pausas.

Hay que poner manos a la obra.

Señala monseñor Caro, en una cita de Su Eminencia, el fallecido Cardenal Raúl Silva Henríquez: "Chile debe desterrar los egoísmos y ambiciones para convertirse en una Patria solidaria".

Es justa entonces una convocatoria al mundo político para que, asumiendo las dimensiones de este desafío histórico, sea capaz de empinarse sobre sus insuficiencias y pueda proyectarse, en una visión revitalizada, que se sintonice con aquella interpelación.

No hay tiempo que perder; no dejemos que el tiempo histórico se nos escape.

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