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CREACIÓN DE MINISTERIO DE CIENCIA, TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN


El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Proyecto de ley, iniciado en mensaje de Su Excelencia la Presidenta de la República y en primer trámite constitucional, que crea el Ministerio de Ciencia y Tecnología, con informe de la Comisión de Desafíos del Futuro, Ciencia, Tecnología e Innovación, y urgencia calificada de "suma".
--Los antecedentes sobre el proyecto (11.101-19) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En primer trámite: sesión 83ª, en 24 de enero de 2017 (se da cuenta).
Informe de Comisión:
Desafíos del Futuro, Ciencia, Tecnología e Innovación: sesión 39ª, en 16 de agosto de 2017.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ (Secretario General).- El objetivo de la iniciativa consiste en crear el Ministerio de Ciencia y Tecnología como la Secretaría de Estado encargada de asesorar y colaborar con el Presidente de la República en el diseño, formulación, coordinación, implementación y evaluación de políticas, planes y programas destinados a fortalecer la ciencia y tecnología como factores del desarrollo integral, sustentable e inclusivo del país.
La Comisión de Desafíos del Futuro, Ciencia, Tecnología e Innovación discutió el proyecto en general y particular, en virtud del acuerdo adoptado por la Sala con fecha 18 de abril del presente año, y aprobó la idea de legislar por la unanimidad de sus miembros, Senadores señora Goic y señores Coloma, Chahuán, De Urresti y Girardi.
Asimismo, lo aprobó en particular con diversas enmiendas, las que fueron acordadas mediante las votaciones que se consignan en el respectivo informe.
Cabe hacer presente que el inciso primero del artículo 20 del proyecto tiene rango orgánico constitucional, por lo que requiere 21 votos favorables para su aprobación.
Finalmente, corresponde señalar que la Comisión acordó, por la unanimidad de sus miembros presentes, proponer a la Sala el cambio de nombre del proyecto, para ajustarlo a su contenido final, por el siguiente: "Proyecto de ley que crea el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación".
El texto de la iniciativa que la Comisión propone aprobar en general se consigna entre las páginas 286 y 309 del primer informe y en el boletín comparado que Sus Señorías tienen a su disposición.
Nada más, señor Presidente.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- En discusión la idea de legislar.
Tiene la palabra el Senador señor Girardi.
El señor MONTES.- ¿Puede abrir la votación, señor Presidente?
El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- ¿Habría acuerdo en la Sala para ello?
Acordado.
El señor PROKURICA.- Avise a las Comisiones, señor Presidente.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Ya lo están haciendo, señor Senador.
En votación general el proyecto.
--(Durante la votación).
El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Girardi.


El señor GIRARDI.- Señor Presidente, esta iniciativa tiene muchos años de espera y ha sido muy anhelada por la comunidad científica y por el mundo de la innovación.
La idea que contiene surgió hace numerosos años.
En el Gobierno del ex Presidente Piñera se creó la primera comisión que elaboró una propuesta para avanzar en la posibilidad de que Chile tuviera una estrategia de desarrollo, una visión que permitiera incorporar la ciencia, la tecnología y la innovación al desarrollo del país.
Esa comisión la dirigió el señor Bruno Philippi e hizo un gran aporte en la línea de sentar las primeras bases para lo que puede ser posteriormente una política sobre ciencia para Chile.
Luego, la Presidenta Bachelet, a instancias de la propia comisión, creó un segundo organismo que, tomando los avances a los que había llegado la Comisión Philippi, congregó al conjunto del mundo científico, tanto el de las ciencias duras como el de las ciencias sociales, en una comisión liderada por Gonzalo Rivas, la cual realizó un aporte muy muy importante e interesante, que se transformó en las bases de lo que hoy día estamos discutiendo: el proyecto de ley que crea el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.
Por otro lado, la Presidenta de la República encomendó a don Mario Hamuy, en su calidad de Premio Nacional de Ciencias, que encabezara este proceso junto con el Ministerio Secretaría General de la Presidencia.
Por lo tanto, tenemos por primera vez la posibilidad de discutir en esta Sala lo que a mi juicio va a ser un cambio en el desarrollo de Chile -espero que así sea- no solamente en el ámbito económico, sino en la forma como incorporamos la ciencia, la tecnología y la innovación para entender que estamos viviendo un ciclo distinto en la sociedad mundial; que estamos entrando a una nueva era; que estamos dejando atrás el siglo XX, que tuvo luces y sombras en distintos aspectos, pero hay que considerar que las recetas de ayer no sirven para enfrentar los desafíos que debemos abordar hoy día.
La economía va a vivir un nuevo desafío. Ya no será la economía del petróleo, la economía vertical. Esta es la economía de los datos; es una economía que, más bien, tiene que ver con la colaboración; es la economía de un mundo digital, que conlleva oportunidades inmensas, pero también situaciones muy complejas que tendremos que abordar y regular.
Al mismo tiempo, estamos viviendo una nueva era digital que dice relación con el fin de los modelos analógicos para pasar a sistemas más complejos, sistemas en red. Ella implica, desde el punto de la economía, no solo un desafío, sino también que todas las instituciones democráticas, de mediación y de representación, tendrán que abordar la necesidad de adecuarse a la nueva sociedad y los nuevos requerimientos.
Esto significa, por ejemplo, que el mundo de los datos será un tema sensible. Viene una digitalización o una "uberización" de la sociedad -no estoy hablando únicamente desde el punto de vista económico- en todos los planos donde cada vez más, si no tenemos la capacidad de gobernar el futuro, el mundo de los datos, el mundo de las plataformas, va a tener mucho más poder y mayor capacidad para gestionar el futuro que las sociedades y que los propios seres humanos.
Por eso digo que esto es de luces y sombras.
Nosotros nos hallamos en una cúspide del desarrollo tecnológico y científico. Y podemos vivir los cien mejores años de la humanidad, pero también los cien años más difíciles si no abordamos esto en toda su magnitud.
Además, Chile, tal vez como ningún otro país del planeta, dispone de oportunidades en el siglo XXI que no tuvo en el siglo pasado. Muchos hemos señalado que los problemas que afectan a toda la humanidad van a encontrar en nuestro país las respectivas soluciones.
Si el desafío de la humanidad es explorar el universo, que es el desafío del conjunto de los seres humanos y la ciencia en todos los rincones del planeta, Chile es el único lugar desde el cual eso se podrá llevar a cabo.
Chile va a tener el 70 por ciento de la observación del universo, que será tal vez el principal reto de la humanidad.
Si el desafío es enfrentar el cambio climático y pasar a una era poscarbónica, el único país del planeta que puede avanzar rápidamente en proveer energía a todos los rincones del mundo es Chile.
Nuestro país ya tiene la energía más barata del planeta, 29 dólares el megawatt/hora, y llegará a diez o cinco dólares en un plazo bastante corto, dentro de lo que va a ser un cambio geopolítico de la energía con un costo marginal cero.
Si el desafío es la electromovilidad, solo Chile puede colaborar en eso. Los autos eléctricos van a requerir 220 kilos de cobre sin huella de carbono, y el único lugar en el planeta que podrá producirlo de esa forma, con soluciones solares, será nuestro país.
La electromovilidad requerirá, a modo de desafío, 20 millones de automóviles a batería en los próximos 5 o 6 años, y Chile es el único lugar que puede proveer de litio. Debiéramos pensar en generar baterías de litio y no en exportar este mineral.
Y así hay muchos otros desafíos, en materia alimentaria y de agua, por ejemplo, ante los cuales nuestro país podría transformarse en un centro neurálgico para enfrentar los desafíos de la humanidad.
¿De qué depende todo ello? De que entendamos que tenemos oportunidades únicas y de que, de una vez por todas, hay que unir la vocación y la potencia de nuestros territorios. Porque esto no se halla determinado solo por nosotros, sino que tiene que ver con nuestros territorios, que son laboratorios naturales justamente en este ámbito. Necesitamos, además, saber cómo unir, en una visión común compartida, transversal, desde la Izquierda a la Derecha, a los progresistas y a los conservadores, en un consenso común, respecto a que todos se deben poner al servicio de la ciencia, de la tecnología y de la innovación, de las ciencias básicas, de las ciencias aplicadas, y todo en función de esas oportunidades.
No se requiere la misma educación para el ecosistema del desierto de Atacama, con toda su fortaleza, y para el de la Patagonia, que son únicas en el planeta.
Lo que se necesita es una estrategia de desarrollo y una política que provean las ciencias básicas para desarrollar mejores células fotovoltaicas o para fortalecer el potencial único de alimentos funcionales que posee Chile, como son EPA y Omega 3, que intervienen a nivel de los genes. O bien, de las ciencias básicas para la generación de baterías o para colaborar al desarrollo del mundo empresarial; o, incluso, para dar apoyo a innumerables micros o pequeños innovadores, pymes, que estén muy vinculados a la innovación.
Para ello, se requiere cambiar nuestro modelo de desarrollo, en el que actualmente, primero, no invertimos en ciencia, porque se le destina el 0,38 por ciento del producto interno bruto, lo cual significa una renuncia al futuro. De modo que no tendría sentido avanzar en toda esta institucionalidad si, al mismo tiempo, no se progresara en generar las condiciones para aportarle más recursos. Chile debiera destinar al menos un punto del producto a la ciencia.
El avance institucional es fundamental, pues vamos a contar, por primera vez, con una concepción del diseño de una estrategia, de un Ministerio plástico, de un Ministerio capaz de unir lo que está separado, conformando una gran estrategia para Chile, y de abordar y poder aprovechar las oportunidades únicas que no podemos dejar escapar. Sin embargo, ellas deben estar acompañadas, además, de la discusión presupuestaria.
El Ministerio que se crea es muy simple. En cierta manera, recicla lo que ha sido la experiencia de instituciones ya existentes, como son CONICYT, que ha realizado un gran aporte, pero que no puede ir más allá, y CORFO, de la cual toma algunas atribuciones vigentes, que no son las propiamente productivas, pero que están asociadas a innovación, las cuales traspasa al nuevo Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.
En la Comisión de Desafíos del Futuro se generó un gran consenso para establecer que tenía que ser no solamente una Cartera de Ciencia y Tecnología, sino además de Innovación. Porque la innovación no solo se encuentra como desafío en economía, sino también en salud, en transporte, en ciudad, en cultura, en todos los ámbitos de la sociedad.
Nosotros hemos de entender que el gran desafío de la humanidad es repensar los problemas que tenemos, y que requerimos una cultura bastante más innovadora.
Por lo tanto, esta nueva Secretaría de Estado genera las condiciones para, justamente, tener la capacidad de prestar apoyo tanto en ciencias básicas, en tecnologías o en ciencias aplicadas, para el desarrollo de tecnologías e innovación a fin de resolver los problemas concretos del país.
No basta solo con estimular por curiosidad la ciencia que uno podría llamar "ciencia básica", sino que se tiene que utilizar la capacidad de nuestras universidades. De ese modo, en vez de que el único incentivo fuera la publicación y la validación de su desarrollo según el número de publicaciones que efectúan las casas de estudios superiores, estas debieran ser acreditadas y valoradas de acuerdo con el número de patentes que inscriben y de sus soluciones para los problemas concretos del país.
Por eso, me parece muy interesante la experiencia de esta Comisión, que recibió a todo el mundo científico, que trabaja permanentemente con la Academia Chilena de Ciencias y, también, como miembro del mundo universitario y académico.
Valoro la actitud de colaboración y transversalidad que hubo en el órgano especializado, donde participaron los Senadores señores Coloma, Chahuán, De Urresti y señora Goic, que ha sido muy importante para poder tener una visión unitaria que, me consta, une a muchos otros Senadores. Por ejemplo, al Senador Lagos, quien también comparte esta mirada y esta necesidad de desarrollo.
Me felicito porque este es uno de los proyectos más transversales que hemos aprobado. Uno de los desafíos que enfrentamos es que, a veces, las ideologías nos frenan. Hay visiones ideológicas con prejuicios respecto a temas del siglo XX. Pero, en mi opinión, la Izquierda y la Derecha no tienen respuestas suficientes para el siglo XXI. Por ello, debemos unir fuerzas para posicionar a Chile como líder, pues tenemos espacios de liderazgo. De manera que de nosotros depende aprovechar esta oportunidad, y esta nueva institución constituye un primer paso para lograrlo.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Chahuán.


El señor CHAHUÁN.- Señor Presidente, Honorable Sala, hoy día estamos ante -yo diría- uno de los temas más centrales que le ha tocado ver a este Congreso Nacional en los últimos años: el modelo de desarrollo que queremos para Chile.
En ese contexto, por supuesto, una inversión de solo 0,46 por ciento del PIB en innovación, habla de un país que no ha sido capaz de aprender la lección. Nosotros hemos de ser capaces de pasar de ser una nación extractivista, es decir, que explota sus recursos naturales, a una que les aporte valor agregado, creando cadenas de agregación de valor en los procesos productivos.
Por eso hemos levantado con tanta fuerza la necesidad de un Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.
En la Comisión de Desafíos del Futuro logramos, al final del Gobierno del Presidente Piñera, que uno de los últimos actos de acción legislativa fuera, justamente, la presentación de un proyecto de ley para este mismo efecto.
¿Qué ocurrió? Que asumió el Gobierno de la Presidenta Bachelet y retiró el proyecto del trámite legislativo. Posteriormente, se comprometió a ingresar un proyecto sobre esta materia. Pasaron los años y la presión de la Comisión de Desafíos del Futuro aumentó, a tal punto que, finalmente, se cumplió la palabra empeñada con la comunidad científica, con la Comisión de Desafíos del Futuro y con todos quienes forman parte de la comunidad científica nacional y también con los rectores de las universidades.
La creación de este nuevo Ministerio es un tema central, pero si no acompañamos a esta nueva institucionalidad de un aumento sustantivo de recursos, nuestro país habrá fracasado en su intento.
Chile ha tenido muchas oportunidades para acceder al mundo del desarrollo. Lamentablemente, el ciclo del salitre concluyó; el ciclo del cobre está terminando sin haber tenido la capacidad de agregar valor, y el ciclo del litio también va a concluir si no somos capaces de generar procesos continuos de agregación de valor.
¿Qué está haciendo Argentina?
A diferencia de Chile, Argentina está invirtiendo el uno por ciento del PIB en innovación. Creó la posibilidad de producir una migración dirigida a doctores en ciencia, y pretende, en el corto plazo, tener la capacidad de ser exportadora de baterías de litio y, también, de ser productora de vehículos eléctricos.
Mientras tanto, en nuestro país seguimos debatiendo sobre cómo explotar el litio. Esto habla de una política que, finalmente, se mira el ombligo, sin ser capaz de generar un proyecto colectivo de largo plazo, con una mirada para los próximos 20 o 30 años. Y este es un tema que nos preocupa.
A diferencia de lo ocurrido en otros países, Argentina aprendió la lección. Nada más pragmático que el cambio de Gobierno entre Cristina Fernández y Mauricio Macri; sin embargo, el único Secretario de Estado que permaneció en el gabinete fue el Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación. Ello, porque entienden que esa es una política de Estado, no sujeta a los cambios coyunturales de una Administración a otra.
Por eso, estoy convencido de que debemos hacer un esfuerzo no solamente con esta nueva institucionalidad, sino además con su regionalización, como lo debatimos en la Comisión.
Nosotros consideramos que no puede haber dos Seremías en macrozonas. ¡No! Tienen que ser regionalizadas. Porque estamos seguros, además, de que los procesos de internacionalización de las regiones son importantes. Será fundamental que ellas también puedan ser capaces de unir la masa crítica que se forma en su interior con los programas, con los planes de desarrollo regional.
En ese contexto, Chile tiene una oportunidad. Para ello, la nueva institucionalidad es determinante.
Se ha dado una discusión bastante ardua en la Comisión de Desafíos del Futuro, en la que además estuvimos de acuerdo en que el nombre de esta Cartera fuera "Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación".
Ahí tuvimos el primer problema con el Gobierno. El Ejecutivo no quería agregar la palabra "Innovación" en la denominación del proyecto. Nosotros le dijimos que había que despejar las dudas, que no estábamos hablando de la innovación productiva que está a cargo de la CORFO.
¿Me permite unos segundos más, señor Presidente? Se me acaba el tiempo.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Dispone de un minuto para concluir su intervención, señor Senador.
El señor CHAHUÁN.- Gracias, señor Presidente.
No se trata de quitarle las capacidades y atribuciones a dicha Corporación, sino más bien de generar masa crítica al interior de un solo Ministerio que sea capaz de ejercer esta labor.
Estamos frente a un desafío de enormes complejidades. Debemos preguntarnos si somos o no capaces de tener una nueva institucionalidad que responda a la realidad.
Quienes están haciendo ciencia y tecnología hoy son los centros universitarios. Por eso, hay que ver cómo incorporamos también a los privados en la inversión en ciencia, tecnología e innovación en un proyecto de I+D.
Hemos estado en este tema desde que constituimos la Comisión de Desafíos del Futuro. Este esfuerzo lo comenzamos en la Cámara de Diputados cuando propusimos crear una Comisión de esa naturaleza junto con Marco Enríquez-Ominami, Teo Valenzuela y Álvaro Escobar. Nuestra propuesta no prosperó, pero en esta Corporación, en forma transversal, los Senadores tomamos la decisión de avanzar, con el concurso de toda la Sala, en esta Comisión, que se constituyó en permanente.
Ha sido la Comisión de Desafíos del Futuro la que ha generado siete -¡siete!- Congresos del Futuro, trayendo a nuestro país a quienes se encuentran a la vanguardia del pensamiento mundial. Ese evento es el cuarto más importante de difusión científica en el mundo, y el único organizado por un Parlamento.
Entonces, hay que rescatar el esfuerzo que se ha hecho colectivamente: hubo un proyecto de acuerdo firmado por la unanimidad de los Senadores que buscaba avanzar hacia una nueva institucionalidad para que Chile dé el salto al desarrollo.
El señor GIRARDI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el señor Ministro.


El señor DE LA FUENTE (Ministro Secretario General de la Presidencia).- Señor Presidente, como bien se señaló en las intervenciones de los dos señores Senadores que me antecedieron en el uso de la palabra, el 18 de enero de 2016 la Presidenta Michelle Bachelet dio a conocer su decisión de crear un nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnología. A un año de ese anuncio, en enero de 2017, se firmó el proyecto de ley que crea el nuevo Ministerio y que fortalece la institucionalidad del sistema nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI).
Esta iniciativa responde a un anhelo de muchos años, así como al esfuerzo de numerosas personas, desde la comunidad científica y académica hasta el sector productivo, y también, por cierto, el mundo político.
Existe un acuerdo transversal respecto de la creación de esta Secretaría de Estado. El anhelo de la Presidenta y de la comunidad científica es que esto ojalá sea realidad cuanto antes.
La creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología es un nuevo paso en la evolución de nuestro sistema de ciencia, tecnología e innovación; eleva estas materias -creemos nosotros- al más alto nivel de la discusión y decisión política, y viene a completar el mapa de instituciones que tienen responsabilidades en este ámbito.
Para que todas estas instituciones cumplan adecuadamente su rol, esta propuesta legislativa crea también los espacios de coordinación que aseguren precisamente la coherencia de las políticas y la confluencia virtuosa de esfuerzos públicos y privados.
El sentido más profundo de la acción del nuevo Ministerio será transformar el conocimiento en eje del desarrollo nacional, entendiendo esto mucho más allá que el solo crecimiento económico sustentable. Su propósito será la construcción de una sociedad capaz de ofrecer oportunidades de realización plena y mejor calidad de vida a todos los ciudadanos.
Con la votación en general de este proyecto estamos dando el primer paso -esperamos que así sea- en una nueva etapa en nuestro desarrollo. El Ministerio Secretaría General de la Presidencia, como les consta a los señores Senadores integrantes de la Comisión, está disponible para llevar adelante esta iniciativa -por encargo de la Presidenta de la República- y coordinar todos los esfuerzos que sean necesarios para lograr sus objetivos.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor GIRARDI (Vicepresidente).- A usted, señor Ministro.
Tiene la palabra el Senador señor Prokurica.


El señor PROKURICA.- Señor Presidente, admito hidalgamente que cuando se presentó este proyecto y escuché hablar sobre el asunto a los Senadores señores Girardi, Chahuán, Coloma y Lagos, me pareció que era una idea "muy volada", de la que no se podría obtener un beneficio para el país.
Sin embargo, con el tiempo me he ido convenciendo de que debemos partir por algún lado, porque hoy día vivimos en el mundo de la era digital, que implica realizar el desafío diario, permanente de estudiar y producir innovación tecnológica para solucionar los problemas. Lo otro es francamente quedarse en la época de las cavernas.
Creo que con la generación de este Ministerio se da el puntapié inicial para que abramos los ojos ante el mundo que tenemos delante, que está lleno de desafíos que por esta vía podrían tener alguna puerta de salida.
Chile enfrenta muchos desafíos, pero lamentablemente ha abandonado algunas de las herramientas que tiene para la ciencia y la tecnología. Por ejemplo, desde diciembre del año 2016 no cuenta con un satélite operativo. El que teníamos terminó su período y todos estamos muy contentos; nadie parece preocupado por eso, cuando la verdad es que el satélite no solo tiene un beneficio desde el punto de vista de la defensa, sino especialmente desde el de la ciencia y la tecnología, por todo el tema del clima, de la agricultura, en fin.
El apoyo a la innovación tecnológica es la única vía para que despeguemos de la realidad de exportadores de piedras y subamos a la cadena del valor, como lo han planteado los señores Senadores que me antecedieron en el uso de la palabra.
¡Cómo es posible, señor Presidente, que el principal productor y exportador de cobre del mundo, donde se encuentran las mayores reservas del planeta -yo diría que somos el país más minero de todos-, en cincuenta años no tenga un solo invento en esta materia, después del Convertidor Teniente producido por el ingeniero Schwarze en la década del setenta!
Esto demuestra que somos un país que ha ido abandonando la innovación tecnológica que permite poner a disposición de los chilenos las soluciones de este tema.
El ejemplo que se ha dado aquí, sobre el que yo he insistido mucho también en la Comisión de Minería y Energía, es que existen otros países que están abordando de mejor manera el cambio del auto a combustión, que es quizás uno de los inventos más importantes y más difundidos del último siglo, por el eléctrico.
¡No hay ningún país en el mundo, señor Presidente, que se beneficie más con el auto eléctrico que Chile!
Los autos hoy día pasarían de tener tres kilos de cobre -en cables, instrumentos y otras cosas más- a trescientos. Y, como si esto fuera poco, las baterías que alimentan los motores eléctricos son de puro cobre y litio.
Entonces, yo me pregunto cómo en Chile no nos hemos dado cuenta de que debemos impulsar ese tipo de tecnologías, atraer inversiones.
Creo que en esto hay que destacar la labor del Vicepresidente Ejecutivo de la CORFO, quien ha estado dando algunos pasos en la materia. Tal vez no son todos los que quisiéramos, pero los considero importantes. La idea es transformarse en un país en donde esté el centro de producción de los elementos para fabricar autos eléctricos. Somos responsables del 30 por ciento de las exportaciones de cobre del mundo; contamos con el 36 por ciento de las reservas de ese mineral, y no estamos interesados en producir un elemento que es básico para esta nueva realidad.
La creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología, que ha sido impulsada especialmente por el Senador Girardi, así como por varios de quienes han intervenido en este debate, puede generar una alternativa en este ámbito. Es la única manera en que podemos dejar de ser productores y exportadores de piedras para subirnos a la cadena de valor.
El señor GIRARDI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Coloma.


El señor COLOMA.- Señor Presidente, tal como se ha planteado, este es un proyecto largamente esperado no solo por la comunidad científica, sino también por muchos de quienes nos hemos convencido de que para superar la actual etapa de desarrollo del país no basta solo con el crecimiento -siempre lo hemos dicho-, sino que debemos crear una sociedad que ofrezca oportunidades a todos los ciudadanos. Y la experiencia internacional, como afirmó el Presidente del Consejo de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (CONICYT), Mario Hamuy, nos indica que estos no son lujos de países ricos, sino condiciones esenciales para lograr el desarrollo.
Hay un amplio consenso respecto de las debilidades institucionales que posee nuestro país en materia de ciencia, tecnología e innovación. Se ha dicho que ellas en parte tienen que ver con el presupuesto que se destina a estos fines: 0,38 por ciento del PIB. Si comparamos esa cifra con las de la OCDE -institución con la cual no me gusta generalmente comparar-, vemos que nuestra inversión en este ámbito es inferior en nueve o diez veces. Adicionalmente, hoy se advierte una alta dispersión de esfuerzo y casi nula coordinación en el desarrollo científico, tecnológico y de innovación en función a los desafíos estratégicos que tenemos por delante.
También hay una relevancia política no destacada. Eso tiene como consecuencia que muchas veces los pocos esfuerzos que se hacen sean dispersos, y que de alguna manera se pueda estar incentivando determinado tipo de acciones en forma paralela, sin coordinación alguna, a través de distintos ministerios, ideas y líneas de acción.
Lo anterior de alguna manera orienta a generar una institucionalidad distinta que pueda no solo incrementar la inversión pública, que es uno de los objetivos en materia de ciencia y tecnología, sino, adicionalmente, armonizar los esfuerzos que se hacen en la dispersión de muchos organismos que pueden tener buena prensa y sostener que están trabajando por la ciencia y la tecnología, pero que al final no tienen capacidad de fiscalización, para determinar hacia dónde se destinan esos esfuerzos, o de entendimiento, para conversar entre ellos.
El trabajo en la Comisión fue bien interesante. Oímos experiencias variadas sobre cómo enfrentan este tema otros países. Quedó dándome vueltas el caso argentino, respecto del cual uno trata de no sacar lecciones en muchas materias, pero es interesante analizarlo porque el Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de ese país superó varios gobiernos. Pasar de la época de Kirchner a Macri no parecía algo muy fluido en el ámbito público, pero hubo la capacidad de generar, en la misma estructura institucional, una especie de "Banco Central" -diría- para innovar en esta materia.
Considero que esta institucionalidad que va a diseñar, coordinar, evaluar y ejecutar políticas públicas, obviamente será un cambio importante dentro de la forma de operar en esta línea.
Ahora, ¿es alguna garantía? Porque estamos en la discusión general y existe todo un concepto de organización, de estructura, de estrategia definido en esa lógica. Hay temas que obviamente han provocado gran debate y ojalá que en la discusión particular el Gobierno pueda generar alguna idea. Me refiero, por ejemplo, al hecho de que esto descanse territorialmente solo en cuatro seremías. Es difícil entender cómo estas macroseremías podrán generar un desarrollo tecnológico en las regiones a la par de lo que realmente se requiere para lograr la innovación.
También creo que en la discusión particular -y eso hay que abordarlo en la Comisión de Hacienda; no está en el proyecto, pero se plantea parcialmente en el informe financiero- tenemos que ver qué tipo de cosas se traspasan a este Ministerio. Por ejemplo, los programas de la Iniciativa Científica Milenio (ICM) queda claro que se traspasan; los programas de las Oficinas de Transferencia y Licenciamiento (OTL), que actualmente forman parte de la Gerencia de Capacidades Tecnológicas de la CORFO, también se transfieren a este Ministerio, y lo mismo ocurre con los programas del MINEDUC en materia de Innovación en Educación Superior. Pero hay otras acciones, particularmente en relación con la CORFO, que en mi opinión perfectamente se pueden traspasar y que darían mucho más energía, grosor y músculo a un ministerio de esta naturaleza.
En resumen, señor Presidente, me parece que esta es una idea buena, nueva, y potente, que ha sido desarrollada durante dos gobiernos...
El señor GIRARDI (Vicepresidente).- Se acabó su tiempo, señor Senador.
El señor COLOMA.- Le pido treinta segundos para terminar, señor Presidente.
El señor GIRARDI (Vicepresidente).- Continúe, Su Señoría.
El señor COLOMA.- Lo anterior de alguna manera garantiza la transversalidad de esta idea a través de los gobiernos. El hecho de que, tal como dijo el Senador informante, haya surgido en el período del Presidente Piñera de una Comisión que en su momento dirigió Bruno Philippi, y que después haya sido asumida por la actual Administración, habla de un desarrollo distinto.
Mario Hamuy ha hecho una extraordinaria labor para intentar coordinar los esfuerzos en esta línea, que me parecen muy valiosos. Porque no es fácil crear un ministerio en esta área. Es un escenario que por lo menos sirve de estructura para algo que puede ser muy importante en materia de ciencia, tecnología y, en especial, de innovación.
Y subrayo la palabra "innovación", porque es quizás lo que más cuesta involucrar en este proyecto. Muchas de las indicaciones que discutimos en la Comisión de Desafíos del Futuro tenían que ver con cómo podíamos incorporar esta palabra, que tendía a ser reluctada por el Gobierno. Considero que debe ser incorporada, porque tiene mucho que ver con el sentido de futuro que un país como el nuestro debería buscar.
En resumen, votamos a favor. Esperamos que en la discusión particular, tanto en la Comisión de Hacienda como en la Comisión de Desafíos del Futuro, podamos generar un proyecto más global que efectivamente cumpla con los ambiciosos objetivos con que está siendo diseñado.
He dicho.
El señor GIRARDI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Allamand.
El señor ALLAMAND.- No intervendré, señor Presidente.
El señor GIRARDI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Horvath.


El señor HORVATH.- Señor Presidente, he tenido la oportunidad de estar en la Comisión de Desafíos del Futuro y me parece muy bien que en ella se trate este importante tema.
Por muchos años hemos sido testigos en el Senado de cómo las autoridades de Gobierno, e incluso ministros de Hacienda, han señalado con gráficos y presentaciones el grado de compromiso económico y político que existe con la ciencia, la tecnología y la innovación. Pero la verdad es que en los hechos esas cifras no han aumentado, sino que se han mantenido en un piso que nos tiene detenidos en cuanto a todo el potencial y la diversidad que poseemos en el país.
De partida, se aceptó que existiera un Ministerio de Ciencia y Tecnología e Innovación, que es una palabra muy clave. Y, como se señala, el potencial de Chile es cada día más evidente pero no se está aprovechando en plenitud.
En materia de energías renovables no convencionales, la llamada "Ley 20/20", de iniciativa parlamentaria -hoy en día la estamos cumpliendo, aunque la meta se haya postergado hasta el 2025-, permitió licitar por bloques y demostrar que energías como la solar, la eólica y otras, ya son mucho más competitivas que las que transforman a muchos países y nuestras regiones en zonas de sacrificio.
El potencial de Chile puede ayudar incluso con el cambio climático a nivel de toda América del Sur y a hacer un aporte en otros ámbitos al planeta.
En segundo lugar, está la biodiversidad.
El territorio de nuestro país es equivalente al de uno que fuera desde el Polo Norte hasta el centro de África, y no lo podemos manejar de forma centralista. Un ejemplo de ello son los 83.500 kilómetros de perímetro costero que tenemos y que abren oportunidades en todo sentido a través de la biodiversidad. Es el caso de las algas, en el que con el Senador Baldo Prokurica tenemos una iniciativa que permite poner valor y, además, que nos transformemos en potencia agroalimentaria para el mundo del futuro.
En cuanto a la forestación con especies nativas: 3 a 5 millones de hectáreas por forestar con los múltiples beneficios asociados.
Se acaba de suscribir un compromiso -quien está presidiendo esta sesión también se encontraba presente- para que 46 por ciento de la zona económica exclusiva de Chile se convierta en áreas marinas protegidas.
Ello nos transformará en líderes a nivel mundial y, a la vez, implicará un tremendo desafío para toda nuestra institucionalidad en cuanto a la existencia de áreas marinas protegidas de verdad, pues allí hay desde parques y reservas hasta áreas marinas de uso múltiple, donde las comunidades y todo tipo de organizaciones y emprendimientos juegan un rol muy importante.
Ahora, no debemos olvidar que en este cuadrante, si miramos al oeste, limitamos con países como Nueva Zelandia y Australia. Pero, de alguna manera, no tenemos eso en nuestro imaginario.
Por otra parte, Chile dispone de entre 64 y 80 por ciento de territorios con montañas. Y, hoy en día, para acceder a ellas existen las mismas dificultades que para ir a ríos o playas: en sus accesos hay portones colocados por empresas u otros privados, según nos señalan investigadores y exploradores de nuestro país. Entonces, para llegar a aquellas montañas es necesario transitar por el lado argentino.
Ocurren, pues, contradicciones realmente insólitas frente a los enormes potenciales.
En cuanto a descentralización y regionalización, como en la Comisión este proyecto se discutió en general y en particular durante el primer informe, formulamos nuestros planteamientos a través de indicaciones.
Con Mario Hamuy tuvimos la oportunidad de participar en el quinto aniversario del noticiero Panorama 15, de CNN, donde hice ver que en este proyecto no hay una dosis suficiente de descentralización y regionalización, ya que pretende la existencia de unas pocas secretarías ministeriales por macrozonas.
Nosotros queremos, sobre todo existiendo universidades e institutos de investigación en cada región de nuestro país, que haya, no una persona con todo el aparato público, pero sí un delegado y un coordinador del Ministerio.
Subir el porcentaje del PIB a Ciencia, Tecnología e Innovación significa también empoderar a las instituciones del Estado: INFOR, INIA, CIREN. Actualmente, de alguna manera son sumadas; pero se les exige ganar fondos a través de concursos.
Existen otros entes y con mucho mayor potencial, como el Servicio Nacional de Geología y Minería, no solo en sismología; en geología, en la parte volcánica, sino también en energía (geotermia, en fin). Asimismo, el Instituto de Salud Pública.
Es decir, existen áreas en las que Chile puede ser innovador en todos los sentidos.
Por lo tanto, creo que estamos ante un avance importante. Pero no hay que conformarse con la sola creación del Ministerio: además, es necesario asignar mayores recursos, empoderar a las instituciones que se dedican a tales materias en nuestro país y atraer a las regiones a una enorme cantidad de personas que obtienen doctorados, que hacen investigación a nivel internacional, en fin, pero que no encuentran espacios para proyectarse como legítimamente demanda Chile.
He dicho.
El señor GIRARDI (Vicepresidente).- Tiene la palabra la Senadora señora Lily Pérez.


La señora PÉREZ (doña Lily).- Señor Presidente, hace un par de años yo era bastante escéptica con respecto a la Comisión de Desafíos del Futuro, que preside Su Señoría. Y seguí siéndolo durante mucho tiempo. Pero poco a poco he ido comprendiendo más la lógica de lo que han intentado hacer algunos de los Senadores que integran dicho órgano técnico.
Creo que todavía están pendientes ciertas cosas en el ámbito interno. Por ejemplo, en cuanto al Centro de Extensión del Senado, el que a mi juicio debe tener un rol mucho más relevante que el actual; puede satisfacer numerosas expectativas, pues cuenta con gente tremendamente competente, etcétera.
Con todo, quiero valorar lo que ustedes han hecho.
En tal sentido, es del caso puntualizar que la decisión del Ejecutivo de enviar el proyecto de ley que crea el Ministerio de Ciencia y Tecnología de alguna forma tuvo un impulso generado por la Comisión de Desafíos del Futuro del Senado.
Eso es muy positivo, señor Presidente.
Conozco a varios médicos, incluso chilenos, que han concurrido a los Congresos del Futuro. A varios les he hecho llegar invitaciones para que puedan asistir. Y han quedado realmente contentos con su participación.
Eso, en lo general.
En lo particular, considero que nuestro país todavía está muy al debe en lo que concierne al desarrollo de la ciencia y la tecnología. Pero como país, como Estado, tenemos en esas áreas científicos supernotables; académicos e investigadores muy valiosos; universidades, como la Federico Santa María, en Valparaíso, que cuenta con un equipo de ingeniería mecánica que incluso ha estado trabajando con algunos hospitales en el diseño de miembros artificiales destinados a rehabilitar a adultos mayores con déficits en sus extremidades.
Por lo tanto, disponemos de bastantes personas muy notables que hacen cosas sobre la base de la investigación y del desarrollo tecnológico y científico.
Sin embargo, el Estado no hace difusión; no existe mayor comprensión sobre estos temas; no hay mayor educación. En los establecimientos educacionales no se crea conciencia en los niños y niñas sobre la importancia que reviste la ciencia para el desarrollo de las personas.
Al encender un fósforo para prender un calefón, por ejemplo, se genera un hecho científico. Pero no se sabe, no se explora, no se comenta.
El mundo de la apicultura tiene aplicaciones relevantes. Por ejemplo, para el desarrollo de la agricultura, de la floricultura, de la fruticultura. Y también está involucrado el desarrollo científico y tecnológico: cómo evitamos que las abejas se enfermen y mueran debido a la acción de los plaguicidas que se aplican en el agro.
Entonces, señor Presidente, todo está muy relacionado: la educación, la salud, la agricultura, el océano.
Nosotros hemos impulsado el desarrollo del mar.
En tal sentido, hace ya muchos meses en la Biblioteca del Congreso Nacional hicimos un encuentro en torno a la idea de crear un Ministerio del Mar.
Hay numerosas posibilidades. Sin embargo, estamos pegados en las materias vinculadas con la pesca, que es importante, y con nuestra Armada, que es un orgullo.
Yo pregunto qué pasa, por ejemplo, con la generación de energía mareomotriz.
Algunos países -Escocia, por ejemplo- producen energía limpia sobre la base del oleaje, de las mareas.
Claro: para nosotros, hoy día la energía así generada es cara. Pero si incursionáramos en ella dejaría de serlo y sería una alternativa a la proliferación de torres invasivas o de los grandes molinos usados en la producción de energías eólica, que no son muy lindos.
Hay harto por explorar. No obstante, falta mucho para avanzar.
Ahora, si este proyecto constituye un avance, bien.
A mí me carga aumentar la burocracia, incrementar la cantidad de ministerios. Sin embargo, el que se propone crear ahora es supernecesario.
Hay que darle realce y asignarle el valor que tiene. Pero considero necesario trabajarlo unido a otras Secretarías de Estado, como he dicho.
Obviamente, voto a favor.
El señor GIRARDI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor De Urresti.


El señor DE URRESTI.- Señor Presidente, estamos asistiendo a la votación del proyecto que crea un Ministerio que, a mi entender, dará un elemento identitario a nuestro país.
Ante todo, quiero valorar enormemente el trabajo que hicimos en la Comisión de Desafíos del Futuro, que debatió dicha iniciativa (en ella se ha organizado una gran cantidad de Congresos del Futuro), donde pudimos radicar una discusión y generar un consenso, con el mundo científico, con el mundo político, a los efectos de construir una masa crítica en el sentido de hacer fundamental la existencia en Chile de un Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación; en definitiva, un Ministerio que piense el futuro y coordine las distintas actividades que realizamos hoy día en nuestro país.
En esa línea, deseo valorar asimismo la labor desarrollada por Mario Hamuy, quien, con su equipo, ha trabajado arduamente en tal impulso.
En distintas ciudades de Chile hemos recibido a decenas de científicos, no solo a propósito de este proyecto, que fue presentado por el Gobierno de la Presidenta Bachelet, sino también de un conjunto de actividades sobre temáticas que se nos han planteado.
En la Comisión aprobamos por unanimidad la mayoría de los artículos (si no todos). Ello demuestra que en Chile existe un consenso con relación a la ciencia, a la tecnología, a la necesidad de establecer en nuestras sociedades científicas y en nuestras universidades un ensamblaje, una coordinación.
Al reunirnos con la Asociación Nacional de Investigadores en Postgrado de las distintas universidades nos dimos cuenta de la existencia de una enorme cantidad de investigadores, de científicos, de gente que está trabajando en ciencia, tecnología e innovación.
La CORFO realiza asimismo una labor importante.
Sin embargo, ocurre lo que en muchos otros sectores -en Cultura y las Artes, por ejemplo-: el esfuerzo se halla disperso; y eso no rinde, no permite la coordinación.
Una de nuestras discusiones discurría sobre la base de que una universidad regional seguía cierta línea de investigación y ello se replicaba en otra región.
No se dialoga. A veces no existe una línea científica en las apuestas estratégicas del Estado. Porque se trata no solo del Gobierno, sino también del Estado.
Los países han superado su política extractiva rentista en materia de recursos naturales -es la que por desgracia ha tenido Chile durante mucho tiempo, particularmente en el caso del cobre- al incorporar en sus procesos tecnología, investigación.
Hoy día nuestro país constituye un paradigma en el ámbito de las energías renovables no convencionales: contamos con el desierto más irradiado; tenemos una cantera, verdaderos pozos petroleros de energía fotovoltaica. Actualmente se dice que "el norte de Chile es la Arabia Saudita solar".
Esos son elementos fundamentales para desarrollar la ciencia, la tecnología, la investigación, y establecer una matriz energética.
Contamos con la mejor disponibilidad de vientos en la costa de nuestra zona sur.
¡Ahí hemos de confluir para utilizar bien todo ese espacio, con respeto al medio ambiente y a las comunidades colindantes!
Entonces, debemos cambiar, pensar nuestra matriz.
Tenemos disponibilidad de litio, capacidad para desalar agua de mar.
¡Ahí está el desafío! ¡Ahí está la apuesta del nuevo Ministerio, en el sentido de articular, pero no en el corto plazo de los cuatro años de un gobierno, sino en el curso de una política sostenida en el tiempo!
Hace un par de días analizábamos en mi zona una política sobre repoblamiento del bacalao, tal como se hizo en su momento con el salmón y otras especies.
Hemos de seguir apuntando en tal dirección.
Señor Presidente, termino expresando mi pleno respaldo a esta iniciativa y reiterando que en esta materia debe haber coordinación y una vinculación absoluta entre el mundo académico, el mundo universitario y el mundo gubernamental, para que nuestro país apueste efectivamente por el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la investigación, valorando la cantidad de científicos e investigadores que tenemos y articulándolos en el territorio nacional, de modo que esas mentes pensantes y esas capacidades no se concentren en zonas centralizadas.
Por eso, voto a favor.
El señor GIRARDI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Larraín.


El señor LARRAÍN.- Señor Presidente, seré muy breve en mis comentarios, porque suscribo lo que se ha manifestado aquí.
Habría sido deseable que la Sala del Senado hubiera estado acompañada del mundo científico para compartir con él esta buena noticia.
En la parte de él que me ha tocado conocer existe el ferviente anhelo de tener una institucionalidad verdadera, que se comprometa con la ciencia y la tecnología.
No quiero repetir cosas dichas, ni tampoco entrar a lugares comunes. Solo deseo recordar que quizás nunca en la historia de la humanidad el futuro de los pueblos depende tanto como hoy del conocimiento, de la ciencia, de la innovación.
Por lo tanto, la posibilidad de darle un buen destino y un adecuado bienestar material y espiritual a nuestra gente pasa por el desarrollo debido del área en comento.
Sin embargo, pienso que no lo hemos hecho muy bien, a pesar de los esfuerzos gigantescos que han realizado el sistema universitario, los centros independientes y autónomos, y sobre todo los investigadores, quienes han puesto harto de su parte, con más vocación que nada, para sacar adelante la tarea y poner a Chile, dentro del ámbito relativo de la América Latina, en un lugar muy destacado y de mucha vanguardia.
Mi interés por hacer un comentario, señor Presidente, apunta en una sola dirección: no sacamos nada con crear institución y estructura si no existe un compromiso de recursos significativo.
Para hacer tortillas hay que romper huevos. Y eso significa meterse la mano al bolsillo.
Según los antecedentes consignados en el informe de la Comisión de Desafíos del Futuro, al año 2014 Chile gastaba 0,38 por ciento del PIB en este ámbito, en circunstancias de que el promedio de la OCDE era de 2,4 por ciento.
Esas cifras son demasiado potentes como para que nos abstengamos de comentar a ese respecto.
Si no hay un involucramiento real -y no se trata de un problema de este Gobierno o del que vendrá: es un compromiso del país- en realizar un esfuerzo significativo al objeto de gastar recursos razonables (no digo excesivos) para que podamos afrontar bien la tarea, no vamos a lograr el objetivo perseguido y dejaremos trunca una esperanza.
La comunidad científica espera la institucionalidad. Pero también, a mi entender, es muy importante que avancemos en comprometer los recursos pertinentes.
Cuál más, cuál menos, todos los gobiernos -el actual, el anterior y los precedentes- han hecho ese esfuerzo. Pero todavía estamos a mucha distancia.
Es ahí donde yo quiero manifestar la voluntad de apoyar la institucionalidad propuesta. Pero ojalá eso vaya acompañado de un compromiso de los futuros gobiernos en cuanto a incrementar muy sustantivamente los recursos, para lograr revertir la situación existente.
En Chile la vocación científica no ha sido la más potente. Este país ha sido mucho más de humanidades, de poetas, de historias distintas de la científica.
Nuestra cultura científica no es tan fuerte a nivel de la juventud. Hay que efectuar un trabajo enorme para cambiar el esquema, pero sobre todo para incorporar a los jóvenes a aquella.
El Ministerio en creación puede hacerlo. Pero debemos proveerlo de las herramientas y los medios necesarios para que la nueva institucionalidad satisfaga los anhelos de la comunidad científica, que, en mi opinión, este Senado comparte en plenitud.
Por eso, apoyo la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, con la voluntad y el compromiso, en lo que de mí dependa en el futuro, de otorgar el mayor respaldo, en los términos anunciados, desde el punto de vista del fortalecimiento económico para esta iniciativa, que espero sea aprobada por unanimidad esta tarde.
El señor GIRARDI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Tuma.


El señor TUMA.- Señor Presidente, sin duda, los efectos de este proyecto los veremos en el corto plazo, pero también a largo andar. O sea, cómo nos anticipamos como Estado a establecer políticas públicas que favorezcan el desarrollo de la tecnología.
Sin esa oportunidad, Chile se va a ver disminuido en sus posibilidades de competitividad.
No voy a repetir los lugares comunes que se han señalado para celebrar la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, pero, sí, quiero saludar a quienes han apoyado esta iniciativa desde el comienzo (en el Senado se formaron comisiones desde temprano) y reconocer el esfuerzo visionario que ha habido.
Ahora, deseo señalar que esta materia importa no solo al mundo público, al mundo científico, al mundo de la universidad: también resulta muy relevante para el emprendimiento.
Según expresaba un Senador que me antecedió en el uso de la palabra, como Estado debemos añadir a la voluntad política de crear el Ministerio en comento un esfuerzo destinado a incrementar el gasto necesario para ayudar al desarrollo en ciencia y tecnología.
Además, hay una línea de financiamiento vinculada con el incentivo que podemos otorgarle al sector privado para que desarrolle ciencia y tecnología.
Incluso sin los instrumentos del Estado, vemos en ciertos sectores de la economía un progreso muy muy significativo, en algunos casos a la altura de los países más desarrollados, en materia de ciencia y tecnología. Pero necesitamos que ello sea parejo.
Se requiere emparejar la cancha especialmente para las pymes, y es preciso poner recursos para ello. Diría que la forma de proceder es la creación de incentivos tributarios. No solo cabe establecer una partida presupuestaria para el Ministerio o para la ciencia y tecnología o para la universidad, sino también contemplar un instrumento que puede ser muy beneficioso para esas entidades y generar un efecto multiplicador, a fin de que sea posible que apliquen la ciencia, la tecnología y la innovación. Ya hay algunas herramientas de la CORFO, pero creo que son absolutamente insuficientes. Conviene hacer un mayor esfuerzo por lograr la incorporación de dichas disciplinas en materia de competitividad.
A mi juicio, con eso daríamos un salto muy importante, como país, para ayudar al desarrollo en las universidades. La medida se verificaría en el sector público, pero también en el sector privado, especialmente en la pequeña y la mediana empresas.
Por eso, voy a votar a favor con mucho entusiasmo.


El señor GIRARDI (Vicepresidente).- Puede intervenir el Honorable señor Lagos.
El señor LAGOS.- Señor Presidente, seré muy breve.
Le agradezco al Senador señor Prokurica el reconocimiento que me brindó al usar de la palabra.
Me sumo a subrayar lo bien inspirado del proyecto. Lo apoyo cien por ciento. Considero que ha sido una difícil batalla, porque había mucho escepticismo. He escuchado a varios colegas expresar hidalgamente que cuando les hacían referencia a un Ministerio de Ciencia y Tecnología respondían: "Eso no tiene por dónde". Entonces, me agrego a todo lo dicho acá.
Quisiera exponer un par de reflexiones breves.
Una de ellas es que, como bien decía el Honorable señor Larraín, se requerirán recursos inicialmente de carácter público. Tal vez, a medida que funcione una Secretaría de Estado, que se registre un impacto en la innovación, que exista un incentivo para el involucramiento de universidades o de instituciones de enseñanza superior y que haya proyectos y plataformas para recoger recursos y fondos concursables a los que sea posible postular, puede generarse un incentivo para que el sector privado asuma un rol más activo.
Las cifras que se han dado son elocuentes. En 2014 se invirtieron 0,38 puntos del PIB en ciencia y tecnología. Y dos tercios correspondieron al sector público, si no más. Se dice que la cifra en la OCDE es de 2,5 por ciento. Pero la participación del sector privado es mucho mayor. Y las razones son muchas.
Entonces, mi primer comentario dice relación con que se requerirán recursos públicos, en efecto. Y ello ha determinado mucho escepticismo por dos razones: la de que no se dispondría de fondos o la de que mediaba una mirada muy negativa en cuanto a que los capturaría la comunidad científica, a quién los controlaría o a que constituiría una burocracia adicional.
Comprendiendo que eso puede ser un riesgo, creo que debemos correrlo. Y, en la medida en que la institucionalidad funcione,...
Pido que me dejen terminar, señor Presidente.
El señor PROKURICA.- ¡No se enoje, Honorable colega!
El señor LAGOS.- No es así. Lo que pasa es que me quitan tiempo.
El señor GIRARDI (Vicepresidente).- El Senador señor Lagos puede terminar su intervención.
El señor LAGOS.- Lo que deseo consignar es que será preciso correr el riesgo respecto de los recursos y la suspicacia, y contar con una institucionalidad que permita asegurarse de que la inversión llegará a buen destino, además de existir una correcta fiscalización.
Mas si no media la inversión inicial del sector público, no habrá capacidad de involucrarse por parte del sector privado.
Un segundo elemento, menos popular, es que esto último también se requiere de las universidades.
Y quiero pedirles coherencia a mis colegas de todas las bancadas. En la discusión acerca del proyecto de educación superior y del financiamiento de dichos planteles de enseñanza tenemos que hacer un distingo entre los básicamente docentes y los más complejos, porque estos son los que seguramente realizarán la investigación. Entonces, si no ponemos recursos y no reconocemos lo que implica un establecimiento que no solo enseña -y está bien que lo haga-, sino que también cuenta con capacidad para hacer ciencia, tecnología e innovación, etcétera, entonces no hagamos referencia a que involucraremos a las universidades en el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, porque no va a ser cierto.
Se precisa un mínimo de coherencia. Aquí se aplaude y se vota el proyecto de ley, pero tengamos presente lo señalado cuando lleguemos a discutir al respecto.
Lo otro que quería mencionar es que tal vez se requerirá un mejoramiento de nuestra Ley de Propiedad Intelectual. El sector privado con un rol activo ha descansado en otros países en el sector público, pero no es menos cierto que ha actuado también por fines comerciales. En materia de innovación habrá una tensión permanente entre cuánto debe estar protegido y cuánto es para el creador, que muchas veces ha logrado llegar a un resultado a partir de recursos públicos.
En consecuencia, creo que la propiedad intelectual nos va a llevar a algo que a algunos no les gusta. Mantenemos algunos serios reparos acerca de la forma en que se estructura la legislación internacional, pero no debemos desconocer que si se quiere incentivar al sector privado para innovar, tiene que haber un rédito por las inversiones, sin perjuicio de reconocerse que una proporción de ellas se encuentra a veces subsidiada por el aporte estatal.
Termino ahora, señor Presidente.
Recuerdo cuando se trató de establecer el primer royalty minero, que fracasó en el Congreso -fue en 2004 o 2005, cuando el Senador que habla no era parlamentario, por cierto- durante el Gobierno del Presidente Lagos. Se apuntaba a gravar la actividad del sector y generar un fondo capaz de ir produciendo el reemplazo para cuando se acabara el recurso natural del cobre, que no es renovable. La pregunta era de qué iba a vivir el país. La respuesta decía relación con su inteligencia. Y para eso se pensó en que el royalty y los recursos que se extrajeran tuvieran un fin, en lo grueso, dirigido solo a la innovación, a la educación superior, al perfeccionamiento en el extranjero, a programas de apoyo, a cómo Chile podía generar un ingreso que le permitiera seguir financiando su desarrollo y sus políticas públicas.
En fin, hay puros desafíos por delante. Pero, por lo menos, prefiero que los enfrentemos, al igual que los riesgos, a que nos quedemos de brazos cruzados y no demos el paso adelante.
Ojalá que la iniciativa pueda ver la luz prontamente.
Felicito a los que la impulsaron, básicamente a los miembros de la Comisión de Desafíos del Futuro, en el Senado, y al Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet por haber empujado el proyecto.
El asunto se inició -también es preciso decirlo- durante el Gobierno del Presidente Sebastián Piñera.
Muchas gracias.
El señor GIRARDI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ (Secretario General).- ¿Alguna señora Senadora o algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor GIRARDI (Vicepresidente).- Terminada la votación.
--Se aprueba en general el proyecto, dejándose constancia, para los efectos del quorum constitucional exigido, de que se registran 29 votos a favor y un pareo.
Votaron las señoras Muñoz, Lily Pérez y Von Baer y los señores Allamand, Araya, Bianchi, Chahuán, Coloma, De Urresti, Espina, García, García-Huidobro, Girardi, Guillier, Horvath, Lagos, Hernán Larraín, Letelier, Montes, Moreira, Ossandón, Pizarro, Prokurica, Quintana, Quinteros, Tuma, Ignacio Walker, Patricio Walker y Andrés Zaldívar.
No votó, por estar pareado, el señor Pérez Varela.